miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los tres cerditos, Leticia Retana

Había una vez tres cerditos que vivían en un pueblo. Eran gemelos y era su cumpleaños. Sus padres les dijeron que ya era tiempo de salir y hacer sus propias casas para vivir. Los tres fueron al centro y compraron los materiales para su casa.


El primer cerdito no ahorró su dinero bien, cuando sacó su dinero de su bolsa solo tenía 30€, un pedazo de hilo, y un caramelo. Cuando estaba en la tienda, sólo tenía suficiente dinero para comprar heno. El segundo cerdito estaba mirando y no quería gastar mucho de su dinero que tenía guardado y decidió comprar madera fina para su casa. El tercer cerdito era muy trabajador y tenía tanto dinero ahorrado que cuando fue a la tienda, le encantó tanto el color natural rojo del ladrillo que no tuvo ningún reparo en comprarlo.

Construyeron sus habitaciones y continuaron sus vidas. Un día, estaba un lobo caminando por el monte hasta que miró este pueblito de cerditos. Pensó, ¨¡ qué oportunidad tengo aquí!¨ Empezó a acercarse y la primera casa que se encontró era del primer cerdito. Lo miró y se rió muy fuerte: ¨ja ja ja ¿esto qué es? Cerdito, ¡sal ya de tu casa, que te voy a comer! Si no sales, voy a soplar hasta que se caiga tu casa¨ El cerdito lo escucho desde adentro de su casa. El lobo tenía una voz tan fuerte que empezó a temblar el cerdito. Lo que no sabía el lobo era que tenía una puerta atrás de su casa y en el momento que se alisto el lobo para destruir su casa con una soplada inmensa se fue corriendo el cerdito. El lobo estaba sorprendido de no encontrar nadie en la casa cuando escucho el cerdito respirando fuerte de susto.

Enojado, fue el lobo caminando para la próxima casa. En ese momento, llegó el primer cerdito a la casa de su hermano y le contó todo que había sucedido. Su hermano le dijo: “no te preocupes, mi casa nos protegerá”. En ese momento fue cuando oyeron la voz muy violenta del lobo hambriento ¨ ¿Cerdito, donde fuiste? Sé que estas por aquí.¨ Los dos cerditos tenían un susto tan increíble, que empezaron a temblar tanto, que les temblaba también la casita de madera. El lobo no se esperó a intentar soplar la casa para destruirla. Los cerditos estaban abrazados en la casa, y en ese momento miraron que un clavo que conectaba la pared con el techo se estaba saliendo. ¿Qué hacemos? Pensaban los cerditos. De repente el siguiente clavo se cayó, y el otro, y el otro. El lobo logró destruir la casa con los cerditos adentro. Con la tierra y todo lo que estaba cayendo se le metió en el ojo del lobo y tuvieron la oportunidad los cerditos de correr a la casa de su otro hermano.

Cuando llegaron a la casa, estaban respirando fuerte y les estaba cayendo el sudor por sus cabezas. Casi se estaban haciendo bacón. Su hermano los invitó adentro para que le contaran la historia… luego cuando dijeron todo, los pasos del lobo se oían de afuera. El lobo les gritaba y les gritaba pero el tercer cerdito dijo “¡me vale! Que haga lo que quiera, aquí no me va hacer nada.” El lobo empezó tratando de destruir la casa. Soplaba y soplaba, pero nada estaba pasando a la habitación hecha de ladrillo. Los cerditos miraron por la ventana y se rieron toda la noche pero estaban pensando ¿por cuánto tiempo estará el lobo allí? Pasó una hora y luego dos y luego tres, hasta que ya era la media noche y no había ningún sonido de afuera, solo el canto de los grillos. Con mucho cuidado abrieron la puerta y vieron el lobo en el piso desmayado. “Me supongo que lo hizo de más cuando estaba soplando,” dijo un cerdito a sus hermanos, “¿qué hacemos?” El cerdito de la casa de ladrillos dijo, “¡rápido, vamos a llevarlo al monte! Sé donde hay una cueva, si lo dejamos allí, nunca nos molestará.” Por unas dos horas caminaron con el lobo amarrado de los pies y con su cabeza enredada en un saco. Dejaron el lobo y se fueron a casa. Esa fue la última vez que vieron un lobo en el pueblo.

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